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Foto Maria Alzamora (fragmento)

/»Strip-tease», de Dosmildiez/

Acabo de darme cuenta de lo influenciado que estoy por el inglés. He leído mucha prosa anglosajona, naturalmente traducida, y me ha contagiado su preferencia por las frases cortas, como si este hablar sincopado fuera imprescindible para escribir de forma clara y adecuada. Cuando corrijo tiendo a acortar las frases, por esta convicción importada. Los escritores latinoamericanos preferían lo contrario y, aunque los admiro, me ha parecido más conveniente parecerme a los del norte.

En Notes del capvesprol Josep Pla cuenta la primera vez que asiste a un strip-tease, en Ginebra, en uno de sus primeros viajes por Europa, y hace esta soberbia descripción de su protagonista:

… Aquella señorita parecía del país; no era ni guapa ni fea, estaba bastante trabajada por los accidentes de la naturaleza, por las lluvias y las nieves: era rubiales y tendría unos treinta años; si no era agradable, hacía cuando menos todo lo posible por parecerlo, y cuando llegó al slip, que es el final de la aparición teatral, me pareció que era una persona que había ido dos -o tres- veces de parto y que debía tener un número indeterminado de criaturas, que tal vez ya habían superado el Kindergarten y se encontraban en las escuelas primarias de la Confederación -criaturas en las que la madre debía de haber depositado sus máximas ilusiones, puesto que, aparte de ser rubias y despiertas, tenían unas indudables condiciones para cursar estudios más complejos y entrar, por fin, en una u otra universidad o en la Escuela Politécnica de Zúrich, que es algo a lo que los suizos aspiran para sus hijos, porque los hay que son muy cultivados y extremadamente cívicos-.”

En una sola frase.

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