Suite Albeniz

No fue Albéniz el niño polizón que hizo una gira por América escapándose de casa. Sí, el portento prodigio que con cuatro años debutó en el Teatro Romea de Barcelona. Nada indica que conociera a Liszt, pese a que presumiera de ello. Sí lo buscó insistentemente, por admiración, por pasión, como reivindicó en vida a varios de sus contemporáneos. También lo emuló tocando el piano de espaldas al teclado y con los ojos vendados en esas jam sessions que se marcaba improvisadamente en la época en que para sobrevivir, probablemente, descargaba equipajes por los muelles de Nueva York.

Párrafo del prólogo de Jesús Ruiz Mantilla

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