
¿Os he hablado de cuando conocí a Jesucristo? No os riais, es francés, concretamente bretón. Vannes, verano de 1965. Me enviaron un mes a Francia para practicar el idioma. Me tocó una familia que tenía un pequeño barco de vela, como el vaurien que teníamos nosotros en Vilassar. El hijo mayor de esta familia se llamaba Yves. Debía tener unos veinte años, yo tenía trece o catorce. Salimos un día a navegar mano a mano por el golfo de Morbihan, un paraje bellísimo, salpicado de islas que provocan que el viento cambie de rumbo e intensidad a menudo. El océano estaba ahí, estábamos en él, pero no lo veíamos, parecía que navegáramos en un lago. En un momento dado, Yves sacó una pierna por la borda, luego la otra, ¡y empezó a caminar sobre el agua! Lo juro. Estábamos muy lejos de la costa. Yo estaba alucinado y él perplejo, mi cara debía de ser un poema. Me sonrió dulcemente. ¿Cómo iba a saber yo que Yves era Jesucristo?
Luego me explicaron lo de la marea. En el Mediterráneo no tenemos. Es lo más cerca que he estado nunca de una revelación divina.